Storyboard de Los Pájaros (1963): Hitchcock da la clase


El storyboard es una herramienta muy útil para el proceso de visualización de una película. A modo de dibujo se representa el punto de vista de la cámara con los distintos elementos que intervienen en la imagen; sirve para concretar lo que el director tiene en mente y dar una idea del resultado final, es decir, la sucesión de planos y la puesta en escena pretendidos.
 
Alfred Hitchcock era uno de los mayores promotores y entusiastas del storyboard, y lo utilizaba continuamente para planificar sus escenas más complicadas. Presumía de que sus películas estaban ya terminadas antes de empezar a hacerse, y lo cierto es que su visión de lo que quería era tan contundente y cristalina en su cabeza que casi nunca miraba a través del objetivo de la cámara. Los storyboards daban la primera forma tangible a las imágenes abstractas que Hitchcock concebía en su genialidad, y demostraban que efectivamente había rodado la película antes de pisar un solo set.
El que viene a continuación es obra del director artístico y dibujante Harold Michelson, que trabajó para Hitchcock en Marnie, la ladrona y Los pájaros; a esta última corresponden los dibujos que van acompañados, al final, de un vídeo de la escena en cuestión. Se trata del momento en que los pájaros atacan a los niños de la escuela de Bodega Bay, una escena que se me quedó grabada desde la primera vez que la vi y es una de las muchas causas de que venere sin concesión a Alfred Hitchcock.
Nota: Las viñetas se leen de arriba a abajo y de izquierda a derecha, como indica el orden de los números asociados a cada una que están al pie y pegados a la izquierda.
La protagonista (Melanie) llega en coche a la escuela, entra (esta parte no está incluída) pero vuelve fuera para esperar a que la profesora y los alumnos salgan. Se sienta a fumar un cigarrillo y, a su espalda, como la primera brisa que anuncia la tempestad, aparece un pájaro en el trepador metálico del patio de recreo. Ella permanece impasible. Volvemos al pájaro, que no está solo. Ella sigue sin inmutarse. Otra vez con los pájaros, que son más. En una demostración de destreza narrativa, la cámara ahora se queda sólo con Melanie, dejando que los pájaros se aglutinen fuera de plano. Así, el espectador quiere gritarle: ¿¡Pero no ves que vienen a por ti!? ¡Huye!, porque sabe lo que se cuece y se ve obligado a observar la ingenuidad de la potencial víctima. En la viñeta 417 H, la mencionada permanencia del plano se indica con un “hold for 20 or 30 feet” que hace referencia a la distancia de celuloide.
A continuación, no volvemos al trepador como antes, que sería repetitivo; vemos el vuelo de un pájaro que, esta vez sí, Melanie sigue con la mirada hasta que se posa donde la docena de aves se ha transformado en un centenar. El impacto visual es sobrecogedor, y le sigue un primer plano de Melanie mientras se levanta aterrorizada (como se lee al pie de la viñeta 423) para avisar a la profesora.
El storyboard continúa con los cuervos, justo cuando están saliendo del edificio la profesora, los alumnos y Melanie después de que ésta les advierta del peligro (ese momento dentro de la escuela no está reflejado). El porqué de la personal e ingeniosa planificación de la salida la explicó Hitchcock en la entrevista que le hizo Truffaut:
Melanie, preocupada, entra a la escuela para avisar a la maestra. La cámara entra con ella y, un poco después, la maestra dice a los niños: “Ahora vais a salir y cuando os pida que echéis a correr, correréis.” Llevo la escena hasta la puerta, luego corto para recoger a los cuervos solos, todos reunidos, y me quedo con ellos, sin cortar y sin que nada suceda, durante treinta segundos. Entonces, el público se pregunta: “¿Qué pasa con los niños? ¿Dónde están?” Y en cuanto se empieza a oír el ruido de los pasos de los niños echando a correr, todos los pájaros se levantan y se les ve pasar por encima del tejado de la escuela antes de lanzarse contra los niños.
La vieja técnica para conseguir el suspense en esta escena hubiera consistido en dividirla más; primero se hubiera mostrado a los niños saliendo de la clase, luego pasaríamos a los cuervos que esperan, después a los niños que bajan la escalera, más tarde a los cuervos que se preparan, luego a los niños que salen de la escuela, después a los pájaros que echan a volar, luego a los niños que corren, y, finalmente, a los niños atacados, pero en la actualidad esta manera de contar me parece pasada de moda.

Una vez los pájaros se abalanzan sobre los niños los planos que se utilizan son primeros planos, medios y planos detalle. La difícil composición deja claro que los peor parados son los chavales. Entre ellos, una niña tropieza y cae al suelo rompiéndose sus gafas. Como apuntabaDonald Spoto en su revelador libro The Art of Alfred Hitchcockmiradas ciegas y visión defectuosa que necesita corrección: es imposible ignorar este motivo en Los pájaros. Nuestra percepción interior no tiene que ser fidedigna, más bien deformamos la realidad.
Finalmente Melanie, la niña accidentada y Cathy se ponen a salvo en el interior de un coche. Melanie intenta arrancarlo pero se da cuenta de que no tiene llave (460). Por suerte la amenaza termina alejándose poco a poco. Melanie mira al vacío y descansa su cabeza sobre el volante.
Como solía decirle a mi amigo Jaime cuando me explicaba algo que no me convencía del todo: “Sí, bueno, eso está muy bien, pero…” Aquí el ‘pero’ es que del papel a la pantalla sigue habiendo un paso grande, incluso cuando el nivel de detalle del storyboard es tan alto. “Tranquilo”, he aprendido a decirme, “es Sir Alfred”. Y, como podéis comprobar, la ejecución es perfecta: